Familia Mama Antula

María Antonia de San José Paz y Figueroa

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Ficha Técnica

  • Fecha: 29/dic/1785
  • De: hna. Teresa de Jesús
  • Para: Desconocido
  • Desde: Buenos Aires
  • Idioma: Italiano

Carta 31 - De hna. Teresa de Jesús para Desconocido - Buenos Aires - 29/dic/1785

En esta carta escrita en italiano la hermana Teresa de Jesús, priora del convento de Santa Catalina de Buenos Aires, hace un gran retrato de Mama Antula: laboriosa, sin afectación, «siempre andaba descalza y con un crucifijo colgado del cuello». La escribe desde uno de los templos más antiguos de la ciudad de Buenos Aires: el convento de Santa Catalina, que terminó de construirse en el año 1745. La carta está dirigida a un Jesuita en Lombardía
Santa Catalina -San Martín y Viamonte, CABA- fue el primer monasterio de mujeres del Río de la Plata. Durante las Invasiones Inglesas de 1807 fue invadido por las tropas británicas. Luego, convertido en hospital de campaña para atender a los heridos de ambos bandos. Es Monumento Histórico Nacional.

Padre mio,

l’impiego del mio Fratello, di cui domandate, è di Parroco a S. Nicola; egli, bisogna dirlo, è molto stimato da tutti, e molti si consigliano con lui nei loro affari di spirito; perché dicono che la sua condotta è la stessa dei Gesuiti. Il mondo, mio Padre, è sempre il medesimo, se voglia o no; io mal comprendo, si lasciano altri che sono più letterati e più stimabili in ciò che maggiormente apprezza il mondo, e non li consultano, e consultano il mio fratello, che quantunque addottorato in Teologia al tempo di loro Padri, non ha quel grido di tanti altri, che si trovano in questa gran Città, e solo sono mossi a cercare di lui, perché nella direzione delle anime e nei suoi consigli si assomiglia ai Gesuiti.

In verità ho sempre osservato, e con mia gran meraviglia, l’onnipotenza divina riguardo a loro, ed in ciò vedo chiaramente quanto Iddio li ama e quanto difende la loro innocenza, poiché gli stessi loro nemici amano tutto quello, in cui si vede e trova qualche somiglianza a quanto eglino praticavano e facevano, e perciò spero fermamente che il Signore avrà cura particolare di loro, per difenderli dappertutto ed in ogni cosa.

In quanto poi all’altra domanda, Padre mio, è vero verissimo quanto si è detto e scritto di questa nostra Donna Maria Antonia di S. Giuseppe; è una vera Serva di Dio, ed il suo portamento e quanto Iddio si degna operare per mezzo di lei, è un continuo miracolo di Sua provvidenza. Sono in circa sei anni, che qui fa dare gli Esercizi di S. Ignazio senza interruzione, e solo con riposo qualche volta di due o tre giorni da una muta all’altra; ed in ciascuna di esse separatamente vengono, ed entrano a farli sino a 200 e 300 persone, ora uomini ora donne, e ciò che cagiona gran meraviglia, sì, è che vengono a farli spontaneamente senza essere invitati; e circa il vitto provveda tutti quanti con abbondanza e squisitezza di vivande, e tutto le viene mandato dalla S. Provvidenza. Mi pare che questa Serva di Dio abbia in mano il cuore e lo spirito di tutti, perché fa di tutti quanto vuole a bene delle loro anime, e credo che questo singolare dono di cattivare il cuore delle persone le venga dalla veste che porta di S. Ignazio. La virtù poi di lei è così al naturale, che nulla ha di affettazione, e perciò è un gran piacere il trattarla. Sempre che viene da noi, entra dentro del Monastero e ci dice che non riposa e ci dà tutta la consolazione del suo spirito. Io la tratto con ogni familiarità, e mi dice che non mai cessa di pregare il Signore per i Gesuiti, ed io le dico che quando loro Padri ritornino, quanto a me, allora ella può ben morire. Non ho in memoria tutte le Città che ha scorso, quel che so dire, è che sempre è andata a pie scalzi, e con un crocifisso pendente al collo, alla maniera con che andavano i Padri a far missione, e credo che questo crocifisso lo ereditò da un Gesuita.

Traducción al castellano

Santa Catalina -San Martín y Viamonte, CABA- fue el primer monasterio de mujeres del Río de la Plata. Durante las Invasiones Inglesas de 1807 fue invadido por las tropas británicas. Luego, convertido en hospital de campaña para atender a los heridos de ambos bandos. Es Monumento Histórico Nacional.

Padre mío:

El empleo de mi hermano, del que usted pregunta, es el de párroco en San Nicolás; él, hay que decirlo, es muy estimado por todos, y muchos se aconsejan con él en sus asuntos espirituales, porque dicen que su conducta es la misma que la de los Jesuitas. El mundo, Padre mío, es siempre el mismo, quiera o no; yo lo comprendo poco: dejan a otros que son más instruidos y más estimables en aquello que el mundo aprecia más, y no los consultan; y en cambio consultan a mi hermano, que aunque se doctoró en Teología en tiempos de los Padres, no tiene la reputación de tantos otros que se encuentran en esta gran ciudad, y sólo son movidos a buscarlo porque, en la dirección de las almas y en sus consejos, se asemeja a los Jesuitas.

En verdad siempre he observado —y con gran admiración— la omnipotencia divina respecto de ellos, y en esto veo claramente cuánto Dios los ama y cuánto defiende su inocencia; porque sus mismos enemigos aman todo aquello en lo que se ve y se encuentra alguna semejanza con lo que ellos practicaban y hacían. Por ello espero firmemente que el Señor tendrá un cuidado particular de ellos, para defenderlos en todas partes y en todo.

En cuanto a la otra pregunta, Padre mío, es muy cierto cuanto se ha dicho y escrito de esta nuestra señora María Antonia de San José; es una verdadera Sierva de Dios, y su comportamiento, y cuanto Dios se digna obrar por medio de ella, es un continuo milagro de su Providencia. Son ya alrededor de seis años que aquí hace dar los Ejercicios de San Ignacio sin interrupción, descansando sólo alguna vez dos o tres días entre un turno y otro; y en cada uno de ellos, por separado, vienen y entran a hacerlos hasta 200 o 300 personas, unas veces hombres, otras mujeres; y lo que causa gran admiración es que vienen a hacerlos espontáneamente, sin ser invitados. Y en cuanto al sustento, provee a todos con abundancia y exquisitez de comidas, y todo le llega enviado por la Santa Providencia.

Me parece que esta Sierva de Dios tiene en sus manos el corazón y el espíritu de todos, porque hace de todos lo que quiere para el bien de sus almas; y creo que este don singular de cautivar el corazón de las personas le viene del hábito que lleva de San Ignacio. Su virtud, además, es tan natural, que no tiene nada de afectación, y por ello es un gran placer tratar con ella. Siempre que viene a vernos, entra en el Monasterio y nos dice que no descansa, y nos da toda la consolación de su espíritu. Yo la trato con toda familiaridad, y me dice que nunca deja de pedir al Señor por los Jesuitas; y yo le digo que, cuando los Padres regresen, por lo que a mí respecta, entonces ella bien puede morir.

No tengo en la memoria todas las ciudades que ha recorrido; lo que sí puedo decir es que siempre ha ido a pie descalzo, y con un crucifijo colgando del cuello, a la manera en que iban los Padres a las misiones; y creo que ese crucifijo lo heredó de un Jesuita.

Cf. ASR 105-106 (en italiano) y ARSI 174 (en italiano). Citada en Gr 29. 29 dicembre 1785.