Cartas

Amantísimo hermano:

El motivo de no haberle escrito todo este tiempo ha sido la causa de haber estado enferma, que me han perseguido los males bastante tiempo. Dios me quería regalar de esta suerte. Incluso la adjunta carta, que mi sobrino Don José Bravo de Rueda me escribe, para que me interese con alguna persona de mi confianza, para que se le consiga un altar privilegiado para las ánimas y quiere que sea el mismo que está dedicado a dichas ánimas; y así estimaré se le proporcione lo más breve que se pueda, para que tengan este alivio más aquellas pobres, lo que espero lo consiga y me lo mandará como llevo pedido.

Las concesiones que me mandó, vinieron sin el pase del consejo; y habiéndoles mandado para que se le pusiesen, los despaché por mano de Don Francisco Paula Sanz, intendente que fue de ésta, y con la muerte del ministro, el señor Cálvez, se ha perdido, y aunque he hecho las mayores diligencias por mano del Deán de ésta, no se han podido encontrar; y así estoy en el aire; y este señor Obispo ha puesto algunos reparos, aunque me dicen que es experimentarme, pero esto no me agrada, porque es en perjuicio de tercero; pues si sólo me tocara a mí, nada me diera cuidado, pues estoy hecha a padecer mucho mal; pero siento por tanto pobrecito, aunque este Señor obrará según le dicta su conciencia; y así estimaré me vuelva a solicitarlos y mandarlos con el pase del Consejo.

Celebraré se mantenga sin novedad y no deje de avisarme las novedades que haya por ésa. Y mande a su afectísima hermana, que de veras la estima,

María Antonia de San José.

Aunque se le dice arriba de que las concesiones vengan con el pase del consejo; pero he determinado de que vayan a poder del apoderado del difunto Don Manuel de Zapiola, quien hará poner le pase, y aunque no haya proporción ni breve, no tiene que afligirse, pues yo estoy más para morir y así ahora más que nunca necesito de que me encomienden, no de escrúpulos, sino en realidad.

Señor Don Gaspar Juárez.