Cartas

Mi carísimo P. Don Gaspar:

Por más que he cuidado de disponer mis asuntos de modo que me diesen lugar a escribirle largo, no ha sido posible; no obstante diré brevemente 4 cosas, siquiera para dar cubierta a las adjuntas; o mejor diré, para desahogo de mi afecto y para resarcir la demora de mí a vistas.

Quizá crezca alguno que me lisonjea con esta manía, es cierto, pero no prevarico. Hemos leído las cosas de Onofrio Paradiso y, cuando las de la Beata, yo veo pues humildad, paciencia y gran corazón, para ver lo que el mundo cree menos que un fantasma. Antes de ayer vino de Buenos Aires el Dr. D. Luis Aguirre, que me contó que el Virrey, que es muy íntegro, y el obispo, que es un prelado muy sobrio, están a porfía a distinguirla con su aprecio, señal de grandes cosas; porque su corazón es vasto y a cada uno lo ocupa según su poder, y con el designio de extender la gloria de Dios. Me ha desahuciado de su correspondencia, aunque clama e insta por mis cartas; ahora le escribo, le refiero la profecía de Onofrio, por si la ignorase.

En este correo van a Buenos Aires remitidos por mí al Procurador de la ciudad, los mejores documentos para que se nos restituyan los fondos de Ejercicios, que pasan de 90 mil pesos. Dios acabe perfectamente con la severidad flamante de la nueva audiencia de Buenos Aires; ahora pocos días se dieron garrote en una mañana a dos hombres, y lo que aquí jamás se ha visto a una mujer que dio o causó próximamente la muerte a su marido. Fue indecible el valor de esta hembra… En Buenos Aires también frecuentan el suplicio ordinario. Allí y aquí han ocurrido sobre sus efectos las cosas más raras…Nadie puede huir de las manos divinas. Se han quitado las Intendencias y ahora nuevamente la de Buenos Aires, que gobernaba un muy amado discípulo de los Jesuitas: Don Juan de Paula Sanz… Es el europeo más cabal que hemos visto en estos tiempos…

Catalina cada día más prodigiosa, principalmente en trabajos y vicisitudes, cada día parece que muere, pero la veremos en pie la noche de Navidad, comulgará y se volverá al lecho de su dolor, como acaece casi todos los años. Este su milagro anual.

Espero que Uds. serán hijos de estas cosas. Le manda saludos y tan expresiva a Don José, de quien quisiera una letrita. Mándele Ud. de nuevo de mis cartas, unas estampitas del Niño Jesús o del Corazón de Jesús o de la Santísima Trinidad. Transmítame Ud. el asunto del hallazgo del cuerpo de San Pedro Nolasco, debido a un Jesuita. Espero las cosas de la Rusia. Dios nos da los días más dichosos que se puedan aparecer con la exactitud de sus causas.

Su afmo. en J. C. Ambrosio Funes.